.  . REVISTA MATEADA | ALGUIEN DICE                                                            X: Clara Soledad De los Santos 




“La de lengua, Clarita, mamá…” 


FacebookInstagramYouTubeLink

¿Quién soy? A veces soy “la de Lengua”, a veces soy “Clarita”, a veces soy “mamá” y siempre soy yo. Soy profesora de Lengua y Literatura y mi primera casa fue el Pio XI y digo “mi casa” porque desde el primer día fui “Clarita, la de Lengua” y anduve por esos pasillos como si fueran mi hogar; nunca sentí que estuviera de paso, lo supe cuando vi que mi curso daba directamente hacia la Capilla de la Auxiliadora que me miraba dulcemente diciéndome: - “Te escuché y te traje conmigo” Pero, ¿por qué les cuento esto? Ser docente no es nada fácil, nuestros inicios son erráticos y por un tiempo somos mochileros que jamás saben cuánto tiempo van a estar en un lugar, que nunca tienen la certeza de cuándo van a encontrar estabilidad laboral, que cargan en sus espaldas el juicio crítico de aquellos que jamás han habitado un aula y que, además, deben subsistir con lo que encuentran, como puedan ¡Ojo! No es una queja, es una realidad compartida es por eso que encuentro un respiro cuando llego y un desfile de abrazos me reciben y me recuerdan que cuando “Clarita, la de Lengua” llega caminando al colegio y escucha su nombre, ese nombre propio se hace eco en cada estudiante. “Aunque sea algunas horitas fijas”- le decía a mi querida Madre en mis oraciones, todos los días, cada día y me escuchó. Respondió mi súplica y una duda que me asechaba al mismo tiempo. Me tomó de la mano y me encomendó a sus hijos; me llevó a su casa para enseñarme qué era ser salesiano dándome mi primera oportunidad de ser quien soy y de hacer lo que amo hacer: enseñar. Al mismo tiempo borró de un zarpazo todas esas dudas que tenía sobre la enseñanza diciéndome que no estaba equivocada, que alguien, hace muchos años, ya nos había soñado así. Actualmente, sigo siendo profe en mi querida casa, pero también sigo viajando por diferentes colegios, por tiempo indeterminado porque el trabajo siempre es bienvenido en los tiempos que corren, más aún cuando uno es el sustento de la familia. Y sé que es Ella quien lo hace posible, es por eso que no importa donde esté, llevo a cada clase el mismo amor con el que empecé en mis inicios y acompaño a mis “pollitos” donde sea que esté, por el tiempo que sea. Desde entonces, muchas puertas se han abierto y he comprendido que “nunca estoy de paso” porque yo encuentro en las aulas, en mis estudiantes, mi lugar y no hay nada que pueda robarme la felicidad de acompañarlos. Soy “una soñadora”, me dice una colega amiga que a veces no comprende cómo puedo llegar “tan feliz y tan alegre” todos los días. Soy “una loca” me dice otra colega que no comprende cómo puedo estar tan tranquila cuando ni siquiera tengo la certeza de cuál es mi futuro, de cómo voy a llegar a fin de mes y toda la incertidumbre con la que vivimos los profes todos los días. Y es que soy “Clarita, la de Lengua”, la que decidió que su futuro le pertenece a Dios y a su Madre, la que comprendió que la salesianidad no viene de la tradición sino de la fe, del amor, de la alegría y de los sueños. Cuando observo las injusticias, el caos y la crisis pienso en Don Bosco y me digo: “si él pudo, yo puedo.” Y acá andamos, dando clases de Lengua y llevando el amor por enseñar a mis niños dentro y fuera de nuestros patios salesianos. Si me ven caminar por la calle San Martín, antes de la una, con el termo y el mate mirando hacia el cielo… es que ando soñando despierta. 

Clarita, la de Lengua

“me llevó a su casa para enseñarme qué era ser salesiano dándome mi primera oportunidad de ser quien soy y de hacer lo que amo hacer”