| MARZO 2023

Hasta que el cuerpo diga basta 

En Argentina comenzó a ser parte de la jerga juvenil alrededor del año 2007 el “After”-palabra del idioma inglés que traducida al español significa “después”-y surgió en el contexto de fiestas electrónicas en Buenos Aires, ciudad donde comenzaron a abrirse boliches con funcionamiento durante las 24 horas del día. Como un tipo de “sobre mesa”, se utiliza para hacer referencia a “seguir de joda” luego del cierre de un boliche. Quienes frecuentaban este tipo de eventos fueron los “pioneros” en instaurar esta práctica en otros puntos del país. After remite a una celebración después del boliche, en una noche que comenzó el día anterior y no termina hasta el mediodía del siguiente. Consiste en continuar consumiendo bebidas alcohólicas hasta el mediodía e incluso hasta la tarde o entrada la noche, hasta que el cuerpo diga basta. En los afters se estila salir de una fiesta e ir a otro lugar para seguir tomando y manejarse como si nada, o sea, sin dormir y con alcohol en sangre

No nos vamos a detener en solo el after, sino que, es una moda que está latente y en la que se peligran aún más algunos efectos en las juventudes desde el exceso y que en mayor medida se ve puesta en esas “post fiesta”. El consumo de alcohol suele comenzar durante la adolescencia y se hace más frecuente a medida que los adolescentes crecen. En 2019, casi 2 de cada 100 adolescentes de entre 12 y 13 años informó haber consumido alcohol en el mes anterior, y menos de 1 de cada 100 consumió alcohol de manera excesiva y peligrosa. 

Por otra parte, esta idea sobre la implicancia del exceso de alcohol en los cuerpos es solo una de las consecuencias que este “tipo de diversión” puede llevar. Pero ¿qué pasa cuando las consecuencias van más allá? Pensar que la diversión de una noche recién empieza cuando el alcohol empieza a hacerse “notar” en uno mismo; acarrea también la idea de que el más divertido es quien empieza a “joder” a los demás. Es ahí en donde el asunto puede tomarse con cuidado, hasta qué punto la joda es joda, hasta que punto algo es divertido y que consideramos como tal. Si pensamos que para pasar el rato debemos tomar hasta que el cuerpo nos diga basta ya estamos un poco complicados. Pero también tener en cuenta que muchas veces -en un boliche, un bar, una fiesta- no estamos solos y cuando se empieza a involucrar a otras personas, el problema se vuelve doblemente complicado. En estas situaciones la línea se vuelve más delgada entre lo que es “pasable” y lo que ya no hay que hacer la vista gorda. 

   ¿Hasta qué el 

cuerpo diga basta?   


Situaciones “divertidas” en incomodas y violentas Hace unos días se ha vuelto mediático el juicio del caso del asesinato de un joven por manos de una patota a la salida de un boliche. Aunque sin explayarnos en lo violente del caso, este también nos invita a pensar-nos sobre las consecuencias del mismo. Cada fin de semana se estima en nuestra provincia unas 200 riñas a la salida de los boliches y lugares bailantes, siendo en algunos casos el principal detonante el consumo excesivo de alcohol por parte de los implicados. Por otra parte, gritos con palabras desubicadas y violentes se escuchan casi siempre de mano de alguno; sobrepaso con personas desconocidas antes las reiteradas negativas de los mismos (acercamiento indebido, abrazos forzados, palabras grotescas, etc.) convierte estas situaciones “divertidas” en incomodas y violentas 

Cortala ya…” “Basta” “No da…” 

Esto pareciera algo lejano a nosotros, situaciones que le pasan a personas violentas y que no “saben tomar”- Sin embargo, ¿es tan así? Si nos ponemos a mirarnos un poco más adentro, nos damos cuenta que casi todos tenemos un amigo o conocemos a alguno de esos que se “empedan rápido”, que le dan con todo, que no suele medir las consecuencias. Y cuando esto sucede es el “jodón” del grupo, el “borrachín”; del que nos reímos todos o casi todos; porque cuando sucede algunas de las situaciones mencionadas anteriormente sería lindo volver a preguntar hasta qué punto esto es aguantable. La invitación es sencilla, poder cuidarnos entre todos; no esperar hasta que el cuerpo o el momento diga basta, cortarla antes. Atreverse a que ser más compinche no es muchas veces seguirle el hilo sino el poder decir a tiempo “Cortala ya…” “Basta” “No da…”; sacarnos el miedo de ser ortivas y ser más amigos, que la joda sea de todos. 


Todo es cuestión de un limite, siempre podemos hacerlo, también nosotros podemos ponernos ese limite ante el consumo excesivo. No lleva para nada a buen puerto el pasarse de alcohol, sintiendo que tenemos que hacerlo porque todos lo hacen o diciendo “para esto salí”. Las consecuencias se remonta y se reproduce cada vez más en hechos de violencia, no es un tema nuevo viene de hace tiempo, pero no podemos permitirnos seguir en esa cuestión social que pareciera que nunca se corta. Todos somos o fuimos jóvenes y nos hicieron entender muchas veces que salir a divertirse era esto, pero más allá de esto compartamos la vida sin los excesos, también “parala” antes vos. Cómo el caso ya mencionado de Fernando, nos deja un claro ejemplo de lo que provoca “salirse me mambo”, y no vamos a entrar en lo sucedido, pero sí en la cultura instalada de la violencia, alcohol y quienes sostienen esta clara decisión de seguir manteniendo la venta de alcohol libre y el ingreso a menores de edad a los eventos nocturnos en muchos sitios en todo el país. 


Por: Emiliano Acevedo / Dulce Rodriguez