.  . REVISTA MATEADA | COMPARTIMOS                                                                                                                   X: Emiliano Acevedo



La literatura insertada en una realidad vulnerable 

La película que muestra una realidad de la cual la literatura llega como un espacio más de escuela. Pero este profesor se involucra más de lo que debe.

La película está protagonizada por Juan Minujín, cuenta la historia de un profesor que afronta mayores desafíos que la enseñanza de su materia en un colegio secundario de Buenos Aires.


Lo primero que pregunta Lucio cuando llega a la escuela es "¿para qué sirve la literatura?". Los alumnos están muy retraidos, uno bosteza, otros ni siquiera prestaba atención. Lucio acababa de tomar esa suplencia en un colegio público de Buenos Aires. La materia que lo traía era la  literatura, el venia de la UBA, frecuentaba los círculos literarios porteños, pero ahora el escenario era distinto. Porque esta escuela presentaba una realidad muy distinta a la que él estaba acostumbrado.


Lucio era hijo de "El Chileno", quien era el profesor anterior al que el estaba suplantado. El padre estaba pasando por conflictos de salud y es por eso que se toma la licencia. En el transcurrir de la película el papá le pide que vuelva al barrio donde se crió, que lo ayude con el comedor que está montando y que dé clases en la escuela. En eso Lucio le pide que “baje las revoluciones” y que siga al pie de la letra lo que dice el médico: tenia cáncer. Así aparecen las primeras escenas de la trama.


“¿Alguien puede decirme para qué sirve la literatura?” La pregunta era demasiado abierta: ahí radica su potencial. Nadie se animaba a contestar. El docente insiste. “Para tirarse a dormir”, dice uno. “Yo no leo”, dice otro. Una chica se toma en serio el tema: “Para contar historias”. Dylan, uno de los alumnos que ayuda en el comedor de El Chileno, papá de Lucio, dice: “Para nada”. Ahí el docente encuentra algo parecido a una verdad. “Decilo más fuerte... para que se despierte el amigo de ahí atrás” y señala a un chico del fondo, durmiendo contra el pupitre, que trabaja de noche en una fábrica textil. “¡Que la literatura no sirve para nada!”, gritó Dylan. “Coincido. La literatura, en realidad, no nos sirve para nada. No tiene ninguna utilidad. No es un bien, no podemos comer, no podemos respirar, no podemos comprar nada con la literatura. En términos prácticos es completamente prescindible”. “Entonces, ¿para qué venís?, ¿qué hacés acá?”, lo increpa otro de los alumnos. “Para ver si le podemos encontrar algún sentido a esta materia el tiempo que estemos juntos”.


Cuando Lucio llega a la escuela se desata un conflicto ligado a la venta de drogas. Algunos de sus alumnos vendían en el baño del colegio. La policía militarizada la escuela y mandaban “vigilantes” a los cursos. De fondo, una puja entre dos partidos políticos que nunca queda clara y eso le da a la atmósfera un tinte todavía más complejo. Algunos alumnos tienen que esconderse lejos, otros no van más a la escuela porque sus padres prefieren sacarlos de ese entorno violento. En el medio, los docentes asumían sus pequeñas posibilidades y no se dan por vencidos.


En una de las escenas la directora del colegio, le dice a Lucio: “¿Vos te creés que a mí me gusta estar acá, en el colegio, con los chicos que están vendiendo droga, con los padres que quieren mi cabeza, con un fiscal que está atornillado al teléfono? ¡Y el Ministerio metido en todas las aulas! ¡Precioso! Pero igual vengo todos los días y me enfrento y estoy. ¿Y sabés por qué lo hago? Por una única razón: porque yo creo que vale la pena”.

A medida que Lucio se compromete con el barrio —su vida personal le exige lo mismo— intenta acercarse a los chicos. Nada parecia facil para Lucio. Pero no bajaba los brazos. En un de las clases habla del género policial y una chica le cuenta que la policía mató a su hermano, hace un año, por la espalda, y que si eso tenía que ver con el género policial. Otro chico ensaya unas rimas, empieza a hacer freestyle, la clase se enciende. Otro escribe algo sobre la muerte de su padre, asesinado por la policía en el robo a una fábrica, y la clase se conmueve. De pronto, la literatura deja de ser una nube inmaculada, y brota como algo necesario. Uno de los chicos escribe un poema breve y Lucio lo lee en su casa: “Pasó ayer / pasó también hoy / se fue la primavera”.


Así transcurre un poco la película, entre otros agregados, la historia del protagonista cruzado por una situación familiar con su hija - en plena etapa de adolescente - su padre enfermo y distintos desenlaces que se dan frente a lo más llamativo de este film, que es la escuela. 


En esto es importante destacar quienes estaban en el medio del conflicto, nada más ni nada menos que adolescentes y jóvenes insertados en el sistema educativo. La droga, las necesidades económicas, la mafia del narcotráfico que los tocaba de cerca y tantos otros que solo estaban pero corrían peligro. 

Esta película refleja un importante llamado de atención en donde a veces creemos que no hay nada, pero es ahí dónde hay que estar presentes, parece difícil - y los es - pero algo nos alerta que tenemos que combatir el miedo haciendo algo desde dónde estamos.